



Conozco a una chica con la que no me llevo mucho pero con la que tengo amigos en común. De echo, mi novio y ella eran antes muy buenos amigos, y aunque siguen teniendo muy buena relación la distancia acabó por distanciarlos. Esta chica fue anoréxica. Lo había superado. Pero el otro día la vi y sé que recayó. Se notaba que estaba increíblemente delgada debajo de la ropa floja que pone siempre. Con unas ojeras hasta el suelo, y una cara pálida, blanca como la nieve, y muy alargada. No podía dejar de mirarla. ¿Y yo qué sentía? Envidia. Me avergüenzo por ello, pero era envidia. Como sabéis he engordado un poco desde que estoy con mis padres, pero he decidido no preocuparme porque dentro de un mes volveré a comer como y lo que quiera. A veces me dan bajones y me salto alguna comida (sobre todo de noche, diciendo que ceno con amigos) pero estoy sana. Sé que estoy delgada, la 34 sigue sentándome bien, pero pesaré unos 48 kilos. No lo sé con certeza, y no pienso pesarme. Me dicen que estoy 'muy guapa'. Y la realidad es que me gusto. De verdad, últimamente me miro al espejo y me digo: pues sí que estoy guapa. Y sin embargo, como menos es más, sólo quiero, y sé que acabaré haciéndolo, volver a adelgazar, porque no puedo pensar que un día estuve más delgada que actualmente. No quiero estar más delgada de lo que estuve, pero sí igual (me refiero a los 45 de hace unos meses, no a los 40 de hace tres años).
Es como un mejunje de materia gris. Un viaje sin terminar. Desconcierto, desilusión, descrédito. DES. También desnutrición, desesperación, desfallecimiento, destrucción del propio ser. Busquen algo positivo que empiece por des-. Soy des. Como la misma Ana, pero deshecha, dada la vuelta, boca abajo. Mi antónimo.
Aún así, me verano sigue gustándome: lo próximo van a ser cuatro días de camping (mucho alcohol y poca comida).
Un beso e intentad dar cabida en vuestra vida al positivismo...