domingo, 24 de enero de 2010

à vie















Eres una actriz. Las cosas no van bien, de hecho van muy mal. Estabas leyendo un libro sobre anorexia y bulimia y de repente te das cuenta de que algo de eso te pasa a ti. Sí, porque tú haces muchas de esas cosas. Porque hablas con tus padres mientras cenáis en la cocina del piso en el que vivís temporalmente y “todo marcha bien”. Incluso comentas lo bien que sabe la comida. Pero después anuncias que te vas a duchar, y mientras el agua corre, porque hay que esperar a que esté caliente, vomitas la maravillosa cena que os preparó tu madre. Y al día siguiente es sábado y no hay clase. No desayunas, viertes la leche en el fregadero. Mientras tu madre pasa la aspiradora tú te encierras en el baño y metes coca. Es primavera del 2004 y tienes 14 años.


No recuerdo cómo empezó todo. Supongo que la culpa la tuvo la pubertad y todos los cambios físicos y psíquicos que trae consigo. La culpa la tuvo mi madre por darme sus genes y con ellos la cintura fina, el vientre plano, la cadera ancha y los muslos robustos. La culpa la tuve yo por no pedir ayuda cuando estaba a tiempo, todo habría sido mucho más fácil. La culpa la tuvieron todos los que me rodeaban porque no supieron ver que tenía un problema. La culpa la tuvieron mis malas compañías. La culpa la tuvieron los medios y sus mensajes subliminales DELGADEZ=ÉXITO.

Aunque nunca es tarde para hacer que todo vaya bien. Hoy no hace frío ni llueve. Es un día pre-primaveral, de esos con cielo azul y nuves blancas. Y me siento bien. A pesar de que tengo faringitis (¿culpa del frío, la lluvia o de mis dedos?) estoy bastante animada y activa. Al fin y al cabo lo tengo todo: soy joven, inteligente y guapa (¡viva la modestia! pero así me siento).

domingo, 17 de enero de 2010

HAMBRE DE BUEY














BULIMIA

Es un nombre horrible. Bulimia. Hambre de buey. Me parece un insulto: bulímica. Más que gorda, bulímica.
No tienes control, bulímica.
Eres como una vaca, rumiando todo el tiempo, bulímica.
Pozo sin fondo, nunca te sacias, bulímica.
--------------------------------------------------------

Se sabía que adelgazaban y se sabía que podían morir, pero nadie hablaba de las lesiones crónicas. Con mayor razón yo aún no tenía idea de los riesgos a los que me estaba sometiendo: aparte de las molestias que había sufrido, podía producirse un desgarro del esófago o la pared estomacal, que podría causarme la muerte, tener hemorragias internas, alteraciones menstruales. Mis niveles de sodio y potasio podían desequilibrarse, y eso no sólo causaría las palpitaciones que me asustaban, sino también calambres e infartos. El estreñimiento crónico podría desgarrar el colon, el exceso de agua para provocar el vómito o para sentirme llena me podía causar edemas e hinchazón de piernas, trastornos en los riñones y una intoxicación parecida a la etílica que podría haberme dejado en coma. Y, efectivamente, podría haber llegado a suicidarme. Un alto porcentaje de enfermas lo lograban.
(...)
De modo que me olvidé un poco del aspecto meramente estético y comencé a preocuparme por mi salud. Me propuse no vomitar, comiera lo que comiera. No vomitaría, y no picaría entre horas. Me resultó mucho más fácil no saltarme la rutina de tres comidas principales que no devolver. La sensación de estómago lleno me resultaba insoportable, y me asaltaban las ideas más angustiosas: engordaría, echaría todo a perder, prefería morirme de un infarto que estar gorda...
(...)
Anoréxico-bulímicas: Mantienen intacta su preocupación por el aspecto físico, pero alguno de los resortes falla, y de pronto el control al que se someten fracasa. Como un muelle dado de sí, ya no responde a la falta de comida, y las lanza al otro extremo. No encuentran ninguna satisfacción comiendo, porque su anterior filosofía anoréxica vincula la comida con el mal, e incluso con el pecado, pero no pueden evitarlo. las enfermas ocultan cuidadosamente los vómitos, y se aprovechan del alivio que sienten los mayores al verlas comer. Sus cambios de humor oscilan tanto como su peso, (...)
Mi parte anoréxica me decía lo mala que era, y me hacía sentir culpable, pero yo no encontraba límites, y si empezaba con un bombón tenía que comerme toda la caja. Si había roto una norma, ya no importaba hasta qué punto. Eso no hacía más que aumentar mi angustia, de modo que comía, y comía, y comía. Y a todos estos atracones les seguía un remordimiento muy grande que me hacía sentir fatal conmigo misma: me sentía fracasada, fea, gorda... así que corría al baño y vomitaba. (...)
Aunque ya no haga nada, siempre tengo en mente la idea de dejar de comer, o cuando acabo de comer pienso que ése sería un buen momento para ir al lavabo a vomitar, siempre tengo ese pensamiento. Todas las anoréxicas decimos que queremos salir de la enfermedad, pero hay algo que nos lo impide: en el fondo no lo deseamos.


Espido Freire, Cuamdo comer es un infierno.

-------------------------------------------------
ROSSIE: no puedo ver tu blog

martes, 12 de enero de 2010

Mia's paradise

Hoy he vuelto a caer, y es que era imposible no hacerlo... He comido en un restaurante sef-service, el paraíso de Mia, el cielo de la bulímica, el edén de la compulsividad.
En realidad no quería comer con mis amigos, prefería hacerlo sola, pero como hacía tanto que no nos veíamos accedí a acompañarlos. Maldita la hora en que se les ocurrió ir a ese lugar. Yo no iba a negarme "veréis, si como aquí acabaré con todas las fuentes y probablemente atascaré el baño...". Era incapaz de comer poco: era muy barato con todo incluido: bebida, todos los platos que quisiéramos y postre o café. Ahora no voy a entrar en detalles, tan solo he de decir que todo estaba delicioso (sí, lo probé TODO) y si no comí más fue porque me daba vergüenza comer tanto. Por supuesto, mientras los demás disfrutaban tranquilamente del café y del cigarrillo, yo dije que iba a llamar por teléfono y me dirigí al baño a purgarme.



A partir de ahora voy a comer lo menos posible, de forma sana, y voy a ir incrementando mis raciones poco a poco pero no puedo caer en el maldito círculo de los atracones. Esta semana tengo cita con el psicólogo y espero que las cosas vayan mejor... No me siento pesimista pero sí que estoy un poco perdida.




ROSSIE, no puedo ver tu blog, ¿qué pasa?

domingo, 3 de enero de 2010



Tiré una silla, subí corriendo las escaleras a mi habitación, di un portazo, me eché sobre la cama, grité, tiré los libros que estaban sobre la mesilla al suelo, la cámara de fotos contra la pared, el champú contra el armario, se rompió y el líquido se esparció por la habitación, suelo, puertas, paredes, mi madre lloraba y yo lloraba, me golpeé la cabeza y seguí llorando durante cuatro horas.


Ahora estoy confusa. Tengo hambre. Tengo miedo. Me siento culpable. Quiero irme de aquí, aunque no sé a dónde podría ir. Estuve hablando 20 minutos con mi novio por teléfono y me siento mucho mejor. Pero me gustaría desaparecer, hibernar, no sé qué pensar. Hoy me siento como hace unos meses, cuando toqué fondo, pero sé que mañana estaré bien.